Que me perdonen los puristas del género, los ortodoxos de la meditación zen, vipassana o trascendental, pero hoy quiero proponer una meditación distinta. Se me ha ocurrido esta mañana durante mi práctica. Me ha venido a la memoria aquel maravilloso cuento de Dickens: A Christmas Carol, (Cuento de Navidad), en que el avaro Sr. Scrooge recibe la visita del fantasma de las Navidades pasadas, presentes y futuras.
Algo así es lo que os propongo: un paseo mental por las Navidades de vuestra vida, las que pasaron, las que estáis viviendo ahora y las que están por venir. Pararnos a reflexionar un poco acerca de nuestras vidas puede ayudarnos a verlas con perspectiva, a reconocer lo que hicimos bien y mal en el pasado, lo que nos aportó felicidad y lo que en cambio nos hizo sufrir. Nos permite esbozar cómo queremos que sea nuestro futuro. Y sobre todo, nos hace conscientes de lo que está sucediendo en el presente.
Si quieres practicar esta meditación te propongo los siguientes pasos:
- Busca un lugar y un momento tranquilos. Desconecta el móvil y asegúrate de que no te van a interrumpir en los próximos 15 minutos (lo sé, esto último a veces es misión imposible ;-))
- Adopta una postura adecuada para meditar. Lo mejor es sentarte en el suelo sobre un cojín de meditación o varias mantas dobladas, de manera que tus caderas queden ligeramente más altas que las rodillas. Endereza bien la espalda.
- Comienza a relajar el cuerpo. Haz un repaso mental de todas las partes de tu cuerpo y trata de liberarlas de tensión.
- Presta atención a tu respiración. Empieza a observar cómo entra el aire por tus fosas nasales, los movimientos corporales que se producen al inspirar, la expiración, el tacto del aire al salir por tus fosas nasales. Haz diez respiraciones completas, lentas, tranquilas, sin forzar nada, simplemente observando las sensaciones.
- Cuando tu cuerpo ya esté tranquilo y tu mente relativamente en calma, comienza a observar tu pantalla mental. Me refiero al espacio interior de la frente, situado ligeramente por encima de los ojos. Imagina que es una pantalla de cine donde se va a proyectar una película de la que tú vas a ser un mero espectador.
- Poco a poco, deja que aparezcan en la pantalla imágenes de las Navidades de tu infancia. Piensa en cuando tenías menos de diez años. Trae a tu mente las personas, los colores, los lugares y sonidos. Observa todo como un espectador, trata de no identificarte. Volver al pasado puede ser bastante intenso, y pueden aflorar emociones poderosas. Intenta no dejarte llevar por ellas, sólo contempla. Pero no las reprimas tampoco.
- Después de unos instantes, vuelve a las Navidades entre tus 10 y tus 20 años: el final de la infancia, la adolescencia y primera juventud. No selecciones los recuerdos. Deja que brote lo que tenga que brotar.
- Contempla después las Navidades de la década siguiente: entre los 20 y los 30 años. Y así sucesivamente, hasta llegar a la actualidad.
- Observa ahora el momento presente: las personas que te acompañan en estos días, las emociones que sientes. Solo observa, sin juzgar.
- Por último, imagina cómo te gustaría que fueran las Navidades que te quedan por vivir: qué personas quisieras tener a tu lado, cómo te gustaría estar (física, mental y espiritualmente), qué cosas te gustaría que cambiaran. Observa la escena de las Navidades futuras con todo lujo de detalles, exactamente cómo te gustaría que fueran.
- Para terminar, vuelve a prestar atención a tu respiración y comienza a mover pequeñas partes de tu cuerpo. Recupera la consciencia del lugar y el momento en que te encuentras. Levántate despacito. Tómate tu tiempo para volver a tus actividades.
Del mismo modo que la visita del fantasma de la Navidad cambió radicalmente la vida del señor Scrooge, estoy convencida de que la meditación, practicada con constancia, puede transformarnos profundamente para mejor.
¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!
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